jueves, 13 de febrero de 2014

Tras de mí, una escena

Yo voy a celebrar el San Valentín solo. Un año más. Pero si digo "celebrar" es lo que es. La gente no celebra estar solo. Menos aún lo celebra la persona "(gesto con las manos de comillas) no-capitalista" cuando se lo recuerda la sociedad capitalista en la que vivimos. Yo sí. Creo que me lo merezco. Voy solo al concierto de Iván Ferreiro y después voy a ir a ver a Pablo tocar. Yo digo "oh yeah" y se me llena la boca cuando lo digo por eso. Quizá sea triste. Quizá no sea triste que por fin no me sienta incómodo con el hecho de estar muy soltero. Por X motivos, siempre pensaba que había que tener pareja y mira que sabía que no debía pensar así, pero es lo que hay. Pero yo soy un tío con suerte y acabará bien la cosa. Como me dijo Álvaro ayer, "Cuando en la vida también tienes suerte, tienes que actuar como si siempre tuvieras suerte". Es clave. O eso creo. Valiente.

domingo, 2 de febrero de 2014

De escudos y piedras usadas

Repasando el artículo de la hija adoptiva de Woody Allen, que consiste en una carta (puedes encontrarlo aquí), mi cabeza empieza a divagar. Una parte de mí quiere creer que Woody es inocente, pero la parte que atrae consigo un poco de razón me dice que es muy probable que sea cierto. Con lo paranoias que es Woody Allen y con lo que muestra en sus películas, seguramente sea cierto que abusó sexualmente de su hija. Me da igual que haya gente que diga que los Farrow están mal de la cabeza. Estas cosas pueden perfectamente tener un punto desencadenante y podría ser este.
La cuestión. Asumamos que sí es culpable (al menos en estos párrafos). ¿Hasta qué punto separamos al autor de su obra? ¿Nos da igual su vida si la obra es genial? Pues no, no creo, oye. Yo, sinceramente, no podré ver las obras del hombre este de igual modo que las veía hasta ahora. Lógica aplastante. Y mira que alguna de sus obras me fascina. En serio. Pero no lo puedes tener todo. Seguiré viendo sus películas, pero creo que tengo una excusa para no ir a ver al cine una peli suya o comprármela, es decir, de no aportarle dinero a un hombre que debería estar en la cárcel. Que oye, lo sé; yo, que declaro mi amor a la forma de escribir de Hemingway y de Joyce, me encuentro diciendo esto. Probablemente me caerían ambos fatal y es posible que le dé menos importancia a sus respectivas personalidades porque hace mucho que han muerto. La cuestión es que hay un límite que puedes perdonar. Los artistas tienen sus problemas y algunos se ven en lo que se ve publicado. Cada uno tiene que luchar contra sus ambigüedades, sus hipocresías y si tienes algunos deseos extraños, pregúntate por la moralidad y necesidad de los mismos. Si sobreviven a mucha criba, quizá sobrepases algún límite de lo que se considera mentalmente sano, sea el deseo que sea.

Ahora asumamos que no es verdad, que no abusó de ella sexualmente. Pues ya está, entonces. Punto. ¿No? Pero si no es así, ¿hasta qué punto perdonaríais los defectos del artista? Os propongo algunas ideas de "¿cómo reaccionarías a"...
¿Que se haya casado 4 o 5 veces? ¿Que sea arrogante a más no poder? ¿Que a pesar de lo bien que hace una cosa, se odie u odie el mundo en el que vive? ¿Que se aísle del mundo y no quiera socializar? ¿Que se haya aprovechado de su(s) hija(s)?

Yo personalmente, no sé dónde está mi límite. No sé hasta qué punto me influye la sociedad y la religión y la época, pero algo me debe influir, aunque no me guste ninguna de ellas. Yo creo que sí hay que separar la vida y la obra. Como me decía antes un colega, "su obra no puede ser su escudo", pero podemos perdonar algunas cosas. Ahora lo digo por mí mismo, que estoy lleno de defectos y amo escribir. No utilicéis lo que escribo para defenderme. De hecho, quizá incluso lo podéis utilizar para atacarme, pero tampoco seáis la primera persona en tirar la piedra. Cada uno tiene sus virtudes y sus defectos; cada uno tiene que vivir con los propios y con los demás e intentando solucionar los problemas que se tienen.

sábado, 1 de febrero de 2014

Tiene un aire a Greta Garbo

El otro día leí una frase de Neil Gaiman. Decía que era muy bueno "apagando el mundo". "I like writing on the go", decía. Lo entiendo. Todos lo hacemos, me parece. Todos los que escribimos, yo creo. También los que no, oiga, pero no viene al caso ahora mismo. Desconectamos del mundo de un modo u otro siempre, te guste hacer lo que te guste y pases el tiempo como lo pases. Como persona a la que le fascina escribir, lo hago. Muy a menudo. Más últimamente. No sé qué me pasa que estoy sintiéndome libre. Me desconecto del mundo y me conecto cascos y música; recuerdos e ideas vienen a mí. Desconectarme, apagar el mundo. No significa que me aleje ni física ni emocionalmente de él. De hecho, creo que cada vez que escribo echo raíces. Me uno más a cierta gente, a ciertos libros, a ciertas canciones. Echo de más y echo de menos. Es dulce y salado, caliente y frío. Escribir es un juego de malabares que me gusta practicar muy a menudo.