No cesaba. Era espantoso, y cada vez iba a más, y más, y más. Como un pez globo. Hacía sólo dos días que había empezado a trabajar, pero ya tenía trabajo acumulado hasta, al menos, diciembre.
Y la niña. Que no se habituaba a la ciudad, a la falta de mar y su olor. Echaba de menos el salitre, tanto si se bañaba como si no. Era pequeña y todavía no había hecho amigos. Esperaba que no tardara demasiado. Ella también entraba en lo que era el chollo. Que se sintiera sola, a mitad de curso, sin todavía amigos, ni actividades extraescolares.
Y el ex-marido que volvía a llamar amenazante que volvía a llamar...
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