Todos perseguimos sombras. Yo el primero. Y si bien soy el primero que persigue pesadillas y sombras, también soy el primero en admitir esos "defectos" vistos por la sociedad. Así como admito que le tengo manía a Tarantino, soy de los que admiten sus cosas buenas.
La ambigüedad está a la orden del día, sí; admitámoslo. Convivo con ella como quien convive con sus demonios. Soy capaz de decirte que no debes tener miedo por hacer algo, pero soy el primero en tener miedo en hacer algo nuevo; puedo decirte que disfruto leyendo (viendo) Harry Potter como el primer día, o incluso más, pero admitir que no están bien hech@s. ¿Me hace todo esto insensible, imbécil, paranoico? ¿Puedes sentir, al mismo tiempo, una cosa y lo opuesto? No hace falta hablar de decir una cosa y hacer otra, ya que nos saltamos obviedades, sino que ya es un paso más allá: ¿callaremos por no decir la verdad o por no mentir? Yo suelo callarme, tanto por una cosa como por otra. (Atención a la ambigüedad) Me da miedo, pareciéndome también normal. Porque vivimos con miedo.
O quizá debería decir que VIVO con miedo. Miedo a que se me entienda, a que alguien consiga deshilachar la red de pensamientos y sensaciones que me rodean constantemente. Tengo miedo de que sea cierto lo que pienso de mí mismo.
¿Es llevarse la contraria a uno mismo tan natural al ser humano como la muerte, como la guerra? ¿Es inherente la ambición?
"Será mejor tener cuidado."
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