Se perdió. No físicamente, sino sólo su hilo de pensamientos. Miraba al vacío. El volumen de las masas se había comprimido de tal forma que se había deformada. Y ella, en cambio, ahí seguía, de cuclillas, rodeando sus piernas con los brazos.
Sin embargo, sin saber cómo, estaba de pie, con una piedra en la mano, y había sangre. Se encontraba mirando la piedra, aunque no hacía falta mucho esfuerzo para poder de dónde procedía la sangre. A dos metros de donde se encontraba ella, había, en el suelo, un cuerpo de perro. Cuerpo, obviamente. En sí, si hubiera un perro, es que estaba vivo; pero, al estar muerto, era, simplemente, un cuerpo de perro. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Dónde se había metido la gente? ¿Cómo había llegado hasta... allí?
¡Riiiiiing!
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