Llegas cansado pero bien; contento. Tus pies no quieren moverse, por no hablar de las rodillas. Los codos y los dedos son prolongaciones de las pulsaciones y piden más música; piden movimiento. Y así te encuentras, leyendo, escribiendo, escuchando de todo, a pesar de las horas intempestivas, con ganas de ir a cama y quedarte; con ganas de dejar los pensamientos ambiguos de lado y hacerlos más propios. "A veces te mataría, otras en cambio te quiero comer."
Y así estamos, unos días A, otros días B, otros días ABCD.
Que no me da la gana, que sólo si te invitan. Mañana, que hoy estoy fatal, que a ti nadie te grita. Que hago porque corre tu sangre por mi tripa. Y yo curo más que todo lo que puedas respirar.
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