sábado, 2 de noviembre de 2013

Baldosas amarillas o el arte de la fuga

El blog es uno de mis mundos a los que huyo de vez en cuando. Con los meses he ido viendo que acudo a él cada vez menos. Es el arte de sobrevivir, huir es un arte extraño. Otro de los mundillos que intento recorrer todas las semanas es el del relato que estoy escribiendo. Soy yo siempre, da igual el mundo. La diferencia entre mis yos es el filtro o filtros que paso. Si bien me seguirás viendo en ambos puntos, también me verás distinto y quizá te cueste reconocerme en algún momento. Hago chistes que me hago a mí mismo que quizá no entiendas. Me estoy burlando de muy diversas cosas bastante a menudo, incluso de mí mismo, cuando escribo Sí, sí, que estoy muy loco lo sé, pero escribo para mí. Es una tontería, ¿verdad? Queriendo que se lea por una mínima cantidad de público, ¿por qué coño dice este payaso que escribe para sí mismo? Porque soy, mal que me pese, mi mayor competidor, mi mayor filtro, el que más se critica lo que escribe. Sí, sí, me critico bastante y no siempre bien, pero en los escritos es distinto. Creo que soy tan exigente como debo. ¿Por qué? Uno, si no fuera suficientemente estricto, mi relectura me daría vergüenza; dos, si lo fuera demasiado, no acabaría un puto relato en la vida. Estoy buscando un término medio para todo, incluido esto. Por eso he puesto dos referencias distintas en el título, para que una aporte lo que no aporta la otra, para que amplíe algo de significado. No sé si me entiendes. Piensa en ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario