jueves, 27 de diciembre de 2012

El mapa está(ba) mal, aunque es verdad que yo ya sé llegar.

Las paredes, oscuras, muestran un vacío lleno de palabras por escribir. Éstas serán vacías, sin más profundidad que su propia longitud, y eso no es profundo. Son como aquellos segundos perdidos, como esos minutos antes de un examen, esos otros después de clase en los que guardas los apuntes, esa siesta después de comer. Hay que aceptar que nada ni nadie es como uno piensa, ni siquiera uno mismo. Abrazaré mi negro corazón, pondré la barriga, y me pondré a dormir, a aprovechar la noche larga y llena de terrores.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Cut me off

Una respiración fuerte acompaña a un silencio que atraviesa unas paredes con rayas verticales. Los dos focos de luz del techo están apagados, y la única iluminación proviene de un teléfono que, por no tener, no tiene ni teclas ni sueño. Rondan preguntas en forma de sueños por las cabezas de ambos soñadores, aunque solamente uno de ellos ha entregado su cuerpo al Hombre de Arena. No recuerda cuándo fue, pero intenta no pensar en ello. Está intentando escribir, no recordar. El brillo apagado de la pantallita induce al sueño. Algunas ideas se apagan tras reducir el ritmo; algunas frases se dejan inacabadas, pero no esta. Quizá

sábado, 15 de diciembre de 2012

I told ya

Escribo un poco. Sonrío. Escribo. Lloro. Escribo otro poco.
Con las bromas, la reescritura está siendo llevadera. No fácil, pero sí llevadera. He escrito, de ese primer capítulo que me he propuesto reescribir esta noche, la tercera parte, apróximadamente. Físicamente, digo. Porque de las casi 2800 palabras que ocupa la primera versión, ahora he escrito casi 1000. Porque si hablamos de lo que ocupa en la primera versión lo que he escrito hoy, ocupa la mitad, más o menos. Me gusta. O al menos, me gusta más. No como gusta un libro bueno de verdad, o una buena película de las que un amigo dice que "cambia la vida". Me gusta más mi forma de escribir de ahora que la de antes. No sé por qué, pero ocurre. Sí, lo sé, es muy probable que sepa motivos por los que estoy escribiendo mejor, lo sé, pero me cuesta admitirlo en alto. Como otras muchas cosas (je).
Lo que sí admito en alto es que estoy llevando yo el control, llevo yo el ritmo. Antes escribía según me pidieran los dedos, catalizadores de mi imperiosa necesidad de transmitir algo. Ese era el primordial y básico problema que tenía antes. Me costaba catalizar mis problemas y dudas a través de un modo que no fuera la escritura. Por suerte, he ido aprendiendo. He ido mejorando con el tiempo, que no cura, pero te mejora. Mejora porque nosotros queremos que mejore, porque tenemos cierta capacidad de autocrítica, porque tenemos cierta incapacidad que nos impide querernos plenamente. Y así voy, así escribo, así me muevo últimamente: de piedra en piedra, sonriendo de cara en cara que veo, pensando que, aunque los demás me vean como un loco, estoy intentando hacer una labor social que no me mejore a mí, sino también a los demás. Porque hace unas semanas sonreía para creerme la sinceridad de mi sonrisa. Ahora sonrío para creer en la sonrisa del mundo, para que nos haga cosquillas.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Como un animal

Me gustan las cosas nuevas nuevas. No como las cosas viejas que redescubres, cuya "novedad" dura unos breves instantes. Me gustan más porque me dan más ideas que las viejas nuevas cosas. Sí, es cierto que despiertan antiguos olores, antiguos sabores, antiguos chistes, antiguas historias, sí; pero las nuevas nuevas cosas te hacen recordar cosas viejas, permitiéndote echarle una ojeada a esas otras cosas que no entiendes, pero eres susceptible de hacerlo.
Me gustan esas novedades que te cuentan historias a diferentes ritmos, que te cuentan historias dentro de las mismas, que las dejan adivinar de manera subliminal, o que, simplemente, te las sugiere de forma directa para engañarte o desengañarte. No decir la verdad, porque las historias no tienen que contar la verdad. No, al menos, LA verdad. Sí me gusta pensar que tiene pedacitos, puntos de un mapa que, si lo sigues apropiadamente, llegarás a otro lugar más lejano. No tiene que ser mejor, pero siempre distinto, porque ya sabes lo que dicen: "O cambias, o mueres".

domingo, 9 de diciembre de 2012

Tras 'The Sandman: Volumen 6'.

Quizá me meta demasiado en lo que leo y me gusta; quizá me entrego muy rápida y fácilmente a palabras escritas. Lo que ocurre aquí y ahora mismo es que he acabado el 6º volumen de The Sandman, llamado Destino en español. Si bien no es el final, en parte lo es. Dos veces.
Desde el primer capítulo del primer volumen me metí muy de lleno, y me dio miedo desde ese mismo momento. Desde entonces no soy el mismo, desde entonces no sueño igual. Es una obra total que, sin hablar de cosas bonitas, o sentimentales, si quieres, puedes decir que es todo amor con distintas formas. O nada de eso. Si bien es cierto que muchos libros me hacen sentir orgulloso de ser humano, nada tan contemporáneo me ha hecho sentir parecido, o nada escrito, siquiera.
No pretendo decir de qué va. Ya lo he dicho más de una vez, pero puede que haya sido un error, viendo que ya no se reedita. Por suerte, yo los he empezado a comprar poco antes de que fuera imposible encontrar en las tiendas. Por eso, cuando lo tengo entre mis manos y más o menos en el centro de mi ceja, siento una joya violándome los ojos y el cuerpo de los ojos al corazón, pasando por la espalda con un miedo que me atenaza los nervios.
Muchas gracias, Neil Gaiman.