jueves, 27 de diciembre de 2012

El mapa está(ba) mal, aunque es verdad que yo ya sé llegar.

Las paredes, oscuras, muestran un vacío lleno de palabras por escribir. Éstas serán vacías, sin más profundidad que su propia longitud, y eso no es profundo. Son como aquellos segundos perdidos, como esos minutos antes de un examen, esos otros después de clase en los que guardas los apuntes, esa siesta después de comer. Hay que aceptar que nada ni nadie es como uno piensa, ni siquiera uno mismo. Abrazaré mi negro corazón, pondré la barriga, y me pondré a dormir, a aprovechar la noche larga y llena de terrores.

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