miércoles, 31 de agosto de 2011

Locura divertida

En estos pocos años de vida mínimamente consciente me he dado cuenta de un par de cositas, y no sé si me enorgullezco de ello, o me avergüenzo por haber tardado tanto.
Lo que más me impresiona es que todo el mundo, sin ninguna salvedad, busca, de algún modo, la gloria, ya sea de forma individual o colectiva. Quizás no tiene las curvas que podamos pensar, ni el color de los billetes con los que deseamos llegar a comprar, pero la gente necesita sentir que vale. Que vale dinero, no sentir que vale simplemente. Y esa estabilidad económica te ayuda a tener otro tipo de equilibrio, como el emocional. A veces es a la inversa: necesitas apoyo de otra persona, sea del sexo que sea e implicando o no el sexo en sí, para poder estabilizarse económicamente hablando. El tema del amor me ha dejado noqueado en numerosas ocasiones. El tema del instrumento más todavía. Más allá de mi persona, he visto multitud de búsquedas infructuosas que se veían venir, he visto aciertos que se convirtieron en errores, y viceversa; he visto gente reaccionar a una pérdida con "conquistas", algunas incluso que no son "tan fugaces"; incluso he visto otro tipo de desahogo: el de la soledad.
A ese camino te lleva la mezcla de inseguridad, sensación de impotencia, la falta de visión, la sensación de estupidez propia producida por el error. Y es parte de eso lo otro que aprendí.
La gente no quiere, odia, tener fallos. La mera idea de cometerlos supone una falta de compromiso, una pequeña bajada de autoestima que no se debe permitir. Ahora sí desde un punto de vista más personal, he cometido errores. Muchos errores. Me he avergonzado, me he arrepentido, he bajado la cabeza, llorado, e incluso mirado atrás con añoranza, y temor de que me alcance de nuevo. Pero ya no. Reconozco (recuerdo) mis errores pasados, mis presentes, e incluso intuyo los futuros, pero no me molestan. Les doy la mano y hay paz. Convivo con ellos, y conviviré, porque soy de encontrar un montón de piedras en el camino. Pero soy más de cogerlas y meterlas en la mochila sobre la espalda. Ya son muchas, y pesa demasiado. Alguna cae de vez en cuando y me vuelvo a tropezar. Pero hay otras que no. Sé que no estoy dispuesto a cometer algunos errores, y lucho cada día por conseguirlo. Sé que quiero vivir, y vivir es tropezarse cientos y cientos de veces. Es lo que creo que hay mucha gente que no entiende. Piensa que sólo hay aciertos y que puede esquivar esas piedras, saltarlas, como si fuera una carrera de 80 años vallas. No, toro. Ve a por eso que buscas, comete errores, cómetelos, gózalos, ríete de ellos, porque no hay nada mejor que la perspectiva para crecer, para mejorar. El tiempo quizás algún día te diga si ha merecido la pena. Vivir es un derecho, no una obligación.

P.D.: con esto último no incito al suicidio, válgame la expresión. Sí incito, en cambio, a querer vivir, luchar por lo que quieres. Con paciencia, coherencia, sin temor, y parándote a pensar lo suficiente, puedes ser lo que te propongas.

martes, 30 de agosto de 2011

Xa chega o Winter

En dieciocho días pueden pasar tantas cosas como por ejemplo absolutamente nada. Es lo más divertido, lo más fascinante. Sólo con que no pase nada nuevo, con que sea todo como suele ser, es suficiente para que me parezca todo suficiente. Porque se acerca el invierno, y hay que aprovechar este final del verano para ser feliz y sea lo menos duro posible lo que está por venir.
Porque, además, el invierno llega aún antes al norte, y quién sabe si al norte del Muro nos esperan unos simples caminantes blancos, blancos por no ver la luz del sol, o unos dragones que en vez de escupir fuego escupan hielo.

domingo, 28 de agosto de 2011

La marea de olas que te arrastran a un vicio del que difícilmente querrás escapar

Tenía el corazón agarrotado. Se oprimía solo, y se volvía a relajar y expandir. Opresión. Relajación. Podía ser un simple latido, pero no lo era porque le dolía. Estaba como si una pesadilla le acabara de despertar, como si hiciera un esfuerzo físico excesivo y el corazón estaba tenso. Era una lucha intensa por aparentar estar tranquilo, sabiendo que por dentro estaba temblando.
Porque cuando la volvía a mirar, se le mareaba hasta tal punto que no podía seguir mirando. Por suerte, a ella parecía pasarle lo mismo. Se rieron. Fue una carcajada limpia y sincera. Sus bocas empezaron a buscarse, pero no se encontraban. Parecían moscas alrededor de un foco de luz. Porque cada boca era el foco de luz de la otra, eran soles, como estrellas. Una vez estuvieron a unos pocos milímetros, volvieron a sonreír, y se sumergieron en ese mar que hasta hacía unos segundos era de dudas, y ahora era de felicidad, orgullo y, sobre todo, futuro.
Sus manos se rozaron unos segundos, hasta que se encontraron. Se cogieron, y se volvieron a soltar. Su mano derecha subió poco a poco desde las muñecas hasta el codo del brazo izquierdo de ella, rozando cada milímetro de su piel como si fuera el último, mientras su mano izquierda ya se dirigía hasta la cintura de ella que, con el simple contacto, ya parecía derretirse. La atrajo hacia él, y la besó más fuerte, bebiendo de ella, bebiendo del tiempo, porque cada segundo que pasaba se perdía hasta la eternidad, y no querían perderse más tiempo solos, y ¿por qué siendo tan eterno ese momento se iban a querer morir?

sábado, 27 de agosto de 2011

Mi Memoria de Mis Casas Tristes

Los caballos relinchaban, las campanas sonaban, y la gente lo que tenía claro era que no podían seguir en aquella ciudad. Hacía tiempo que no tenía sentido continuar allí ni un minuto más. Podrían tener recuerdos, vidas pasadas, pero la situación no se podía soportar.
Los niños gritaban, las madres lloraban desconsoladas. Los padres yacían muertos en su gran mayoría. Los que seguían vivos era porque habían sido cobardes por no luchar, puesto que habían decidido esperar a una señal divina. "Defender al pueblo mediante la palabra de Dios." "Dios no nos va a responder, si es que hay tal cosa", respondió a modo de reproche la esposa y madre de tres de los hombres más valerosos que la región había visto en siglos y ahora, como el resto, descansaban. No en paz, porque siempre que se descansa, se deja de hacer otra cosa más importante, por lo que no lo hacían en paz. Pero al menos descansaban.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Seguro, ¡segurísimo!

Soy muy gracioso. Soy muy gracioso porque me hago mucha gracia. No dejo de reírme. No dejo de reírme porque me parto con las cosas que digo, hago, no hago, y me callo. Todas esas cosas las hago mal. Momento equivocado, lugar pésimo, modo erróneo... Y lo que se me ocurre es intentar que la gente vea mis fallos. Y que le gusten a la gente mis fallos. Porque a mí me gustan, ¡me encantan! Seguro, ¡segurísimo! No quiero enmendar mis errores. Quiero seguir siendo yo para dejar de cometerlos, o para mostrarle a la gente qué cosas no debe hacer, cómo no comportarse, qué no pensar... ¿Me entiendes? Me gusta esta imperfección total. No sé si es egolatría, egocentrismo, ignorancia, narcisismo, o no sé qué más puede ser, pero me hace gracia mi perfecta imperfección.

lunes, 22 de agosto de 2011

Un montón de ilusión

-Son unas divas, son las reinas del pop. Se hicieron a sí mismas.
-Y eso qué significa?
-Que tienen razón siempre.

Cejas ajenas

Era un niño tímido y un poco bobalicón que fue aprendiendo con los años. Ahora se acercaba a la media. Había mucha gente alrededor que había intentado ayudarle, por mucho que le costara.
Supo, de primera mano, o más bien de primer pie, qué le hizo Magic Johnson a Michael Jordan, que las golosinas en forma de mora (no conocía su sabor) tenían cierto veneno que te dejaban inconsciente durante unos segundos. Recuerda especialmente a un amigo (disculpa, un AMIGO) que le tomaba el pelo (q veces incluso de forma literal).Aprendió también que es escasa gente la que dice la verdad, y hay gente que utiliza la mentira para decir la verdad. A veces, simplemente para hacer gracias, por el mero hecho de divertirse, sin favorecerse de algún modo. Sí, en su momento se creyó tener un amigo chino, o incluso que su buzón era automático y le dejaba la ls cartas encima de la mesa de la cocina.
No escogió qué aprender en la vida, ni de quién aprender. Tuvo suerte de estar bien rodeado, porque después sí aprendió a escoger a las personas de quién, y así, mínimamente, aprender cómo aprender.
Porque aunque aún ahora siga hablando más veces dormido que despierto, y la expresión oral no sea su fuerte, sabe que hay gente que lo considera un CAMPIón. Y con razón. "Qué suerte tienes, capullo!"

Un gato en un ventilador

Todos tenemos días buenos y días malos. Mucha gente suele tener uno u otro. Fechas importantes como una boda, un cumpleaños, un nacimiento, año nuevo; suelen ayudar a una cosa u otra, porque la gente se anima o se desanima (en su defecto).
Yo todavía no conozco persona más tonta, en el sentido cariñosa de la palabra, que X. Es capaz de, en los días buenos, irse a cama antes y marearse de tantas vueltas; en los días raros, quizás baile como un gato en un ventilador; pero tampoco verás que muestre que tenga días malos. Porque más que días malos, son épocas. Realmente, "malo" no es la palabra. Pero sí recorre por su cabeza cierta impotencia, cierto hastío. Por mucho que lo intente entender, no lo consigo. Alguna vez me atreví a pensar que es la impotencia de no controlar el tiempo, de ver que te haces mayor y no cumples la mitad de las cosas que te prometiste y que, en vez de acercarte a esa meta, a ese alguien que quieres ser, te alejas.
El futuro y la niebla que le rodea, el pasado y la piedra que lo sujeta... quizás lo que necesitamos es un marcapáginas (ese bien tan escaso de un objeto apenas utilizado y que mucha gente no conocerá, que es el libro) para recordarnos de que ya pasamos algunas páginas, por muy pesadas que fueran algunas, y que aún nos queda tiempo de sobra para llegar al "Fin". La historia la haces cada día, cada vez que te levantas, cada vez que te acuestas; cada vez que sonríes, cada vez que dejas de hacerlo; cada vez que comes, cada vez que ca (Ejemejem... Cof, cof!)...
Se nos va la vida en todo lo que hacemos, pero también en las cosas que no hacemos, tanto queramos como si no, tanto las pensemos como si no. Quizás algún día los ángeles caigan del cielo y merezcan morir, pero yo no voy a preocuparme del fin del mundo, porque yo intento todo lo que está en mi mano por que todo esté bien y no haya nada por lo que nadie tenga que arrepentirse.

jueves, 18 de agosto de 2011

Adapta

Los días eran grises y las miradas, perdidas. No había más que hacer que el dejar transcurrir los días para ver si ocurría algo de interés, pero NUNCA había NADA. Siempre algún amago de un evento que parecía podía cambiar un poco la monotonía, pero nada más. Los amagos, que en esta época de la historia era tan importante para la felicidad personal, en este pueblo de no más de 5000 habitantes era también lo habitual, pero para animarse un poco. Y ni así.
Eran cada vez menos. Menos, pero más viejos. No hacía 5 años que eran casi 10000, con una edad media de unos 35 años, ahora ascendía a 47. Los muchachos, como antiguamente, seguían buscando la gran ciudad, la buena vida, alejada del campo, con más gloria que pena. Igual cuando llegaran a la edad de jubilación harían como los alemanes hacían con la costa española del Mediterráneo.

Justicia

Sabían que si hubieran perdido la batalla, estarían muertos, sus mujeres serían violadas, y sus hijos, o muertos, o esclavos. Por eso fueron a por todas, no porque buscaran la gloria personal (que sabían conseguirían si lo lograban); no, sino por salvar a sus familias, salvar su honor, y el suyo propio.
Ahora los asaltantes pedían clemencia. No admitirían haber incendiado puertos y pueblos que estaban de camino al lugar donde se celebró la batalla final, y tampoco admitirían que no se habían preparado con suficiente buen trabajo. Eran más en número, sí, y, posiblemente, alguno de ellos sabría más de guerras y tormentos que cualquiera de los que generales que llevaron a su ejército a la victoria. Pero estos conocían su terreno, y conocían a su rival. Sin mucho esfuerzo, y con pocas pérdidas, consiguieron sobreponerse. La batalla, de todos modos, parecía más igualada de lo que había sido, pero no era así.
Decían que los lobos, aunque les quitaran la cabeza, todavía podían morder. Y ellos fueron los más feroces. Quitaron ojos, piernas, algún que otro corazón. Pero nunca es suficiente cuando la causa es justa, hay medios, y trabajo en equipo.
Les habían enseñado a ser un equipo, no 200000 caballeros, sino UN SÓLO ejército. Aprendieron, y se hizo justicia. El lobo intentaría volver a morder, pero para la próxima no tendría lengua. Así quizás aprendiera, así quizás se dé cuenta.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Se perdió entre susurros la lágrima que nunca llegó a caer

Le olía como aquellas mañanas de cuando era niño y se despertaba en casa de su abuela allí en Monforte (qué lejos estaba aquéllo entonces); como aquellas tardes al salir de la piscina que, aunque ya no llevara el bocadillo de chorizo como cena, el olor persistía. Ahora las cosas eran diferentes aunque, si quisiera, podía forzar y evocar tiempos en los que las cosas eran más fáciles, sencillas; más felices.
"El vidrio va aquí. Nooooo, el papel va en el cubo del medio." La voz de su padre también le acompañaba aún entonces. La mayoría de las veces que se descubría recordando aquel tipo de cosas se sorprendía a sí mismo, gratamente. Prefería recordar aquellos detallitos pequeños, "tontos", en los que susurraba lo suficientemente en alto para que lo oyera cualquiera "¡Qué pesado!" y, posiblemente, también sacar un poco de quicio a su padre. "¡Ni qué pesado ni qué leches!, las cosas se tienen que hacer de un modo, si no lo haces tú, lo hará otro, sí; pero tienes que hacer las cosas bien y así nadie se quejará de lo que hagas o dejes de hacer.", a lo que siempre respondía, fuera cual fuere la explicación anterior, "Ya, papá, ya lo sé."
Y ahora echaba de menos esas cosas. No porque faltaran, porque no faltaban. Si no era por eso, era por otras cosas, pero con sus hijos también tenía esas conversaciones barra discusiones que en un tiempo consideraba banales. Quizás, con toda probabilidad, lo que echaba de menos era estar al otro lado. Era mucho más fácil.
Y ahora se encontraba conduciendo, con su hijo mediano de co-piloto, ahí a su lado, y echándole una de esas bronquitas que antiguamente era recibía, pero que esta vez la daba. "Y te darás cuenta, hijo, te darás cuenta; y quizás sea un poco tarde, e incluso puede que eches de menos estas cosas, estos detalles que te tengo que recordar. Desde que se murió tu madre, las cosas han cambiado. La echo mucho de menos. No quiero tener que echarte de menos también a ti."
"Ya, papá, ya lo sé."

sábado, 13 de agosto de 2011

Perro extraño guardián

Sin conocerte ya te quiero, porque llevo esperando por ti toda mi vida. Eres la persona con la que soñé alguna vez encontrar. Es muy brusco soltarlo así sin venir a cuento, pero si crees que lo que yo creo, si sientes lo que yo siento, ven y vuela conmigo. Las dobleces de mis sábanas son producidas por mí, única y exclusivamente por mí, por las vueltas que doy en la cama esperándote, y tiene más ganas incluso que yo de ser compartida. Tras tantos años, lágrimas, risas (todo en solitario), se ha convertido en el mejor recipiente de mis pensamientos y dolores. Ha habido tantos a lo largo de tan pocos años que creo que cuando caigas en la cuenta, me aceptes y vengas conmigo, se derrumbará, porque a pesar de estar deseosa de que te encuentre, mi cama no podrá soportar la embriaguez de mi mente, el éxtasis continuo que mantendrás en mi corazón. De toda relación hay un perdedor. Pero no temas, esta vez no serás tú. Ya me ocupo yo de no estar involucrados en más dolor.

viernes, 12 de agosto de 2011

La sala de espera

Perderse en las eternidades infinitas es un placer cuando te importa tanto que estás dispuesto a esperar eso y más. La necesidad de definir la espera como una eternidad infinita es porque si fuera por uno mismo lo tendría ya al momento, entendiendo ya desde un principio que es completamente justa y necesaria, que sin ella el concepto no sería el mismo y las ansias de tener lo esperado entre las manos serían excesivas. Porque cuando llega, es demasiado breve y fugaz, a veces incluso itinerante. Pero a lo que íbamos, ¡venga!

La película de las sábanas blancas

Para nada importaban las tantas discusiones que mantenían a diario, porque nadie era tan sincero como ellos como lo eran el uno con el otro. Y a nadie se entregaban tantas veces y tan bien a la dulzura del desdoblamiento de las sábanas que cuando eran ellos mismos los que revoloteaban entregándose plenamente y reencontrándose entre gemidos que se creían perdidos.
-Hubo un momento que creí que no valíamos el uno para el otro.
-¿Y qué te hace pensar que sí?
-Nos encantamos en la cama y nos amamos fuera de ella. Las discusiones nunca son nada más que trámites que nos llevan a otro tramo de felicidad. ¿Cómo me soportaste tanto tiempo?
-Estoy embarazada.

jueves, 11 de agosto de 2011

Vicio #3: El sexo.

Esta vez el crimen era múltiple. Y mucho más sádico y morboso que los anteriores. La que podía ser pareja, se encontraban encima de la cama. Los vecinos de abajo habían llamado a la policía porque había goteras, lo que era bastante lógico. En el baño, estaban, ya fuera de la bañera por el derrame de tanta agua, los cuatro hijos. Tres niñas y un niño. Había tanta agua que se había llenado casi todo el piso. 50 centímetros de agua.
Por lo que al supuesto matrimonio, todavía en la cama, no le había llegado. Se encontraban en paralelo el uno al otro, ambos desnudos. El sexo del hombre parecía estar en la boca de la mujer, y sus brazos la rodeaban. Una vez se acercó, se dio cuenta de que en realidad no tenía el sexo en la boca de la mujer, porque no lo tenía. Se lo habían cortado. Y no había sangre. Otra vez. Sólo había sangre cuando el/los asesino/s así lo decidían.
Los hijos, en principio, parecían, simplemente, muertos por ahogamiento. Era una imagen muy cruel, dura. Críos que no llegaban seguramente a los 13 años, asesinados de tal modo, todos juntos. Y lo que es peor, sin síntomas de forcejeo. En ninguna de las 6 víctimas de la escena. Ni de ninguna de las anteriores. ¿A qué les llevaría a confiar en el asesino? ¿Qué les habrá hecho pasar para tener esa cara de miedo?
Entonces, entró el compañero con un vecino para reconocer a las víctimas.
-Ella es la dueña del piso, se llama Verónica. La niña pequeña de ella, Marta. Pero a los demás no lo reconozco. Espera, ¿el que está en la cama no es...? -hizo una pausa-, ¡Aaay!
-Tranquilícese, por favor. Ya nos contará quién es el hombre. Acompáñenos fuera a tomar el aire.
-No, no hace falta, en serio.
-Insisto.
Y salieron. Con calma, el agente sujetándolo con el brazo alrededor del hombro.
-Es que me sorprende. Es el antiguo conserje del colegio al que iban los niños. Lo despidieron hace menos de un mes por supuesto abuso a los niños.

Pez globo

No cesaba. Era espantoso, y cada vez iba a más, y más, y más. Como un pez globo. Hacía sólo dos días que había empezado a trabajar, pero ya tenía trabajo acumulado hasta, al menos, diciembre.
Y la niña. Que no se habituaba a la ciudad, a la falta de mar y su olor. Echaba de menos el salitre, tanto si se bañaba como si no. Era pequeña y todavía no había hecho amigos. Esperaba que no tardara demasiado. Ella también entraba en lo que era el chollo. Que se sintiera sola, a mitad de curso, sin todavía amigos, ni actividades extraescolares.
Y el ex-marido que volvía a llamar amenazante que volvía a llamar...

miércoles, 10 de agosto de 2011

5555

Yo pongo el aire cada vez que respiras tú, y cada vez que respiro yo. No sólo tengo que vivir por mí, sino que también por ti. Vivir mi vida, vivir la tuya, y que vivas la tuya propia, no las que lees y ves por la tele. ¿Hasta qué punto el hastío puede llegar a llevarnos a cualquier otra parte en la que nos perdemos y nos pedimos cambiar y dejar de ser los que éramos hasta entonces? ¿Cuándo quisiste dejar de ser como eras? ¿Fue en el momento que decidí entregarme? ¿En qué momento decidí YO cambiar y ser de los que da de sí tanto?

martes, 9 de agosto de 2011

Vueltas justas y y tímpanos rotos

-No creas que no me cuesta levantarme cada mañana.
Y parecía ya empezar de nuevo otra discusión. En los últimos días era una tras otra, casi sin parar. Sólo cuando dormían no discutían. Y no siempre era así, porque muchas veces soñaban, ambos, con otra discusión, con ese tema que todavía no habían tocado, más por miedo que porque no había por qué discutir.
-Oye... No tenemos por qué seguir así. Creo que no podemos tocar más hondo. Bueno, sí- dijo tras una brevísima pausa. ¿Dónde quedaron las horas aquellas en las que no había palabras dañinas, las horas de sexo, las risas? ¿Y lo vivido?
Ella empezó a llorar, lo que hizo que él también lo hiciera. Lloraron como niños durante largo rato, incluso cuando él le dio un beso en los labios ya húmedos. Incluso cuando se desnudaban y se tocaban como hacía semanas que no lo hacían.
Cuando se despidieron, dejando ambos lo que había sido su hogar, se sonrieron, y ambos sabrían que había sido más de lo que podían aguantar, y que había sido un final feliz, el único posible. Porque todas las historias acaban como deben acabar.

Bailar con la muerte no es buen plan.

Cuando todo se desvanezca y parezca muerto iré a buscarte. Porque será entonces cuando me dé cuenta de que fui a por ti demasiado tarde, y me arrepentiré, y te arrepentirás.
Nadie nunca había tenido tanta capacidad de romper y regenerar mis sesos y mi corazón. Nadie entra en mis pensamientos con mi permiso, y por mucho que quiera, nadie sale de ellos con él. Insisto en que se vayan, lucho por ello, pero no por mucho madrugar Dios ayuda.

lunes, 8 de agosto de 2011

El interrogante perdido.

Atrás quedaban las piedras que les atormentaban la espalda a la hora de dormir, el hedor de sudor y más de los alrededores, los brutales conciertos que se vieron. Con el tiempo vieron que todo eso importaba, pero sólo lo justo: eran jóvenes, amigos, y estaban juntos.
Sus más, sus menos; sus ratillas, sus ojos ardiendo, su salitre y sudor; sus bajones, y sus subidones; sus vienen y sus van, su "venga, cerveza en Benavente". Porque para el año, no va a ser "Venga, vente", pero "¿no lo ves?, se acabaron las doctrinas de la fe."
¿Quién diría qué sería de nosotros sin el sonido arenoso?

P.S.: Qué bonita, por cierto, la playa del Arenal.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Pequeño salto mortal

Nuestro vello se erizará al escuchar las canciones que tanto deseamos escuchar, junto a los amigos que siempre hemos querido tener. Faltarán algunos, pero sólo físicamente. En tiempos de crisis no podemos olvidarnos de nada ni de nadie.
Nos quedarán las ganas de más, de mucho más, pero puede ser otro pequeño salto mortal si nos excedemos. Aunque a veces temo que la gente no está dispuesta, cada día me sorprendo de lo contrario, de las cosas que hacen, de mí mismo.

En un viaje largo como este, las ganas son infinitamente mayores a la distancia.

martes, 2 de agosto de 2011

Vicio #2: No saber perder.

El cadáver de hoy tenía distintos símbolos al de la última vez. Este estaba rodeado de un círculo, también dispuesto en el suelo, al igual que el cadáver. La única herida del muerto (otra vez un hombre), estaba situada, como ya ocurriera en el caso anterior, en el corazón; pero no en el corazón mismo, sino un poco más abajo, rozando las costillas flotantes. A diferencia del último, este había sido herido con lo que parecía un utensilio afilado, de muy poco grosor, como si fuera una espada de esgrima, pero con más punta.
De la herida, de la que había salido mucha sangre, salían cuatro líneas que llegaban hasta el círculo que rodeaba el cuerpo. Incluso el círculo parecía estar hecho de sangre. En cambio, lo que no eran las líneas, había sido pintado todo de blanco. ¿Qué quería simbolizar aquello? ¿Tenían algo que ver los pinchazos de los brazos?
Nada más llegar, su compañero le había dicho, en broma, que parecía una ficha de poker. ¿Tendría algo que ver? El último asesinato parecía tener que ver con el simbolismo religioso, pues el muerto era un adúltero confeso, habiéndose divorciado al menos dos veces. ¿Podría ser este un jugador empedernido?