lunes, 8 de agosto de 2011

El interrogante perdido.

Atrás quedaban las piedras que les atormentaban la espalda a la hora de dormir, el hedor de sudor y más de los alrededores, los brutales conciertos que se vieron. Con el tiempo vieron que todo eso importaba, pero sólo lo justo: eran jóvenes, amigos, y estaban juntos.
Sus más, sus menos; sus ratillas, sus ojos ardiendo, su salitre y sudor; sus bajones, y sus subidones; sus vienen y sus van, su "venga, cerveza en Benavente". Porque para el año, no va a ser "Venga, vente", pero "¿no lo ves?, se acabaron las doctrinas de la fe."
¿Quién diría qué sería de nosotros sin el sonido arenoso?

P.S.: Qué bonita, por cierto, la playa del Arenal.

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