jueves, 18 de agosto de 2011

Justicia

Sabían que si hubieran perdido la batalla, estarían muertos, sus mujeres serían violadas, y sus hijos, o muertos, o esclavos. Por eso fueron a por todas, no porque buscaran la gloria personal (que sabían conseguirían si lo lograban); no, sino por salvar a sus familias, salvar su honor, y el suyo propio.
Ahora los asaltantes pedían clemencia. No admitirían haber incendiado puertos y pueblos que estaban de camino al lugar donde se celebró la batalla final, y tampoco admitirían que no se habían preparado con suficiente buen trabajo. Eran más en número, sí, y, posiblemente, alguno de ellos sabría más de guerras y tormentos que cualquiera de los que generales que llevaron a su ejército a la victoria. Pero estos conocían su terreno, y conocían a su rival. Sin mucho esfuerzo, y con pocas pérdidas, consiguieron sobreponerse. La batalla, de todos modos, parecía más igualada de lo que había sido, pero no era así.
Decían que los lobos, aunque les quitaran la cabeza, todavía podían morder. Y ellos fueron los más feroces. Quitaron ojos, piernas, algún que otro corazón. Pero nunca es suficiente cuando la causa es justa, hay medios, y trabajo en equipo.
Les habían enseñado a ser un equipo, no 200000 caballeros, sino UN SÓLO ejército. Aprendieron, y se hizo justicia. El lobo intentaría volver a morder, pero para la próxima no tendría lengua. Así quizás aprendiera, así quizás se dé cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario