domingo, 16 de septiembre de 2012

Mi Tierra


Ni el mundo es tan fácil y sencillo como los tuits de Amaia Montero, ni es tan duro como te lo puedo llegar a explicar yo, que estoy más triste de lo que debería estar.
No esperéis que empiece a hablar de experiencias claras, ni de cuestiones mínimamente previsibles. Lo único posible es que captéis de dónde puede proceder esta cadena de autodestrucción. Si es que llegáis a tanto.
La cuestión es que el mundo es mundo. Y nada más. No es un hogar, no es nada. No es ninguna palabra humana, por lo que tampoco sería mundo. No nos pertenece, por eso cualquier definición, por mínima que sea, sobra. Nuestras palabras, nuestra lógica, y nuestra moral, nada de eso va a poder llegar a entender ni explicar qué es, porque somos seres corruptos por naturaleza. No en el sentido actual de la palabra, con esas connotaciones socio-políticas que a todos nos vienen a la cabeza. Sino en el propio pensamiento. Somos corruptibles en nosotros mismos, corruptibles por los demás, y corruptibles hacia los demás. Nuestro pensamiento de dualidad/trialidad y prefijos de infinitas posibilidades nos dará siempre diferentes posibilidades, sin ser ninguna ‘buena’, ninguna ‘mala’ pero que, aun así, nunca llegará a toda posibilidad que nos ofrece el mundo. Cuando de un suceso se te pasan miles de posibilidades distintas por la cabeza, siendo de todos los colores y sabores, sufrimientos y dolores, alegrías y amores, ahí puede que te estés acercando ‘un poquito’ (nótese el énfasis) a todo lo que se nos ofrece (con su correspondiente agobio existencial). Porque lo que digo es que eso nos lo ofrece un simple y sencillo evento que nada va a cambiar el transcurso de los hechos en la sociedad, por mínima que sea. Si llegáramos a alcanzar el conocimiento de la mitad de las posibilidades que nos ofrece, quizá entonces seamos capaz de crear algo interesante, quizá podamos reinventarnos y empezar ‘de cero’. No, de cero no; empezaríamos tan adelante, que el ‘cero’ está a millones de años luz (por usar un sistema de medida comprendido por nosotros) y que, sería tan fantástico, que no nos haría falta empezar. Ni acabar.
Quizá estoy violando leyes de pensamiento, puede que esté sólo ligeramente agobiado; en realidad, es muy probable que lo único que estoy escribiendo son tonterías, que haga un poco acopio de esa pseudo-filosofía que tanto tiendo a rechazar y de la que suelo enorgullecerme de carecer en mis pensamientos. Creo que, seguramente, la rechace porque mi cabeza da cabida a muchas de ellas y no esté de acuerdo con ninguna de ellas.
Quizá me guste demasiado la palabra ‘quizá’, pero quizá necesitaba un poco de agobio existencial para poder retomar mi teclado y pantalla y poder escribir durante un ratillo. Un besi.



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