domingo, 30 de septiembre de 2012

"He venido a beber y a escribir."

En los tiempos que corren, ambas cosas son tan sencillas como complicadas. Primero, porque las cosas están difíciles, bajan sueldos (a los que lo tienen), reducen becas (tanto en cantidad de número de ellas como  lo que dan por cada una), aumentan precios, por lo que cada uno se enfada y puede salir a beber penas. Pero. Sí, pero como ha ocurrido todo lo anterior, no puedes. Hay que ahorrar. Por eso es fácil y difícil. Quieres y no puedes. Pero con esto y todo.
Si te enfadas, también puedes escribir, con lo que te enfadas más, decidiendo tranquilizarte un poco llegando a "conformarte un poco". Y conformarse parece que provoca que las cosas parezcan estar bien, como si estuvieran perfectas. Y la perfección es, como dijo el otro día un profesor de la facultad de Literatura Norteamericana, el enemigo de la poesía. Y vale, yo en particular, por ejemplo, no escribo poesía, pero se puede extender a cualquier ámbito artístico: la conformidad conlleva una simplicidad aparente del ser que es irreal e innecesaria. Lo es, sencillamente, porque necesitamos querer luchar por algo, y no sólo desde el plano personal. Vale, sí, mi querer escribir es bastante personal, pero en mi caso también tiene que ver con mi percepción tan peculiar de la sociedad (y de la realidad). No estoy contento, y no puedo estarlo.

Permiso.

1 comentario:

  1. Es tan "simple" como decir que la felicidad no da de comer al artista.

    Puede que la conformidad nos lleve a mantener una situación en un puesto de trabajo, por ejemplo. Tenemos algo, funciona, intentamos que no cambie. Pero la conformidad no nos deja avanzar, porque la evolución nace de todo cambio inconformista.

    Cambiando de tema, sí es cierto que la realidad en la que estamos viviendo tiene más de esperpento que de realismo. Se podría decir que Rajoy es el claro sucesor de Valle-Inclán. Suben los precios pero no sube el dinero que tenemos para gastar en cosas necesarias (dejo a un lado, claro está, el gasto por capricho).

    Hace años, muchos para nosotros, pocos para otros, el país necesitaba esa visión del arte como protesta, de mano de los artistas inconformistas que sabían expresar su sed de cambio. Poco a poco va llegando la hora de que vuelva a alzar la voz ese grupo de gente. Porque, desde el inconformismo, llega el cambio.

    Un abrazo, para que pronto podamos beber y escribir a nuestras anchas.

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