domingo, 26 de febrero de 2012

Sálvese quien pueda

¿Sabes esa sensación de agobio que te exprime el corazón como si fuera una naranja, que te oprime los pulmones impidiéndote respirar como es debido?
No voy a mentir: creo conocerla. Es un sentimiento que me ronda el cuerpo, un ligero cosquilleo, un hormigueo que va desde el dedo pequeño de cada pie hasta arriba, hasta los hombros. Llevo con ella unos días, unas semanas. Uno pierde la consciencia de cuánto tiempo lleva así hasta que se hace inevitable afrontarla, por duro que sea.
Y es que va siendo hora de afrontar los errores, las indecisiones, las malas decisiones. He pensado que dejaba de fallar, cuando en realidad sólo cometía fallos, uno tras otro. Es duro tropezar con la misma piedra, porque mentiría si dijese que es la primera vez que me ocurre. Mentiría de nuevo si dijese que será la última. He echado de menos las compañías que antes echaba de más, echo de más a gente que echaré de menos en cuatro o cinco meses. Porque soy así, no quiero nada de lo que tengo. Me he reído de los aficionados del Real Madrid por mirar demasiado al pasado diciendo que ellos tienen "9 Copas de Europa", aunque muchas de ellas tuvieran cierta "ayuda", de uno u otro modo; pero yo soy peor, no sólo miro a un pasado que ojalá fuera inexistente, porque he hecho pocas cosas bien; también miro en exceso al futuro, esperando éste me depare algo más, siendo ese "más" justo lo que merecía.
A estas alturas no sé qué es lo que me merezco, pero es, con toda probabilidad, esto que tengo, esto que estoy sufriendo/sintiendo. Sí, admito que "llevo días buscándome". Miento; no son días, son años. Y aunque la gente pueda describirme con un gran acierto, no es más cierto que aquello que creo puedo llegar a ser. Porque tendré que dejar ese sentimiento de arrogancia que de vez en cuando me invade cuando leo cosas, escucho cosas, pensando que yo podría hacerlo mejor (cuando es algo de lo que entiendo). El problema es que ya se me olvida qué es de lo que entiendo. Me falla la imaginación, los recuerdos, cierta ambición. No me falta "amor" por lo que quiero hacer en realidad, mis sueños de cuando era todavía un niño. Quizás sea ese el problema, que todavía soy un niño, que tengo que crecer. Sí, supongo que esas cosas las seguiré queriendo hacer más adelante, pase lo que pase. No creo que nadie me quite las ganas de enseñar, de dar clase; tampoco creo que nadie me quite las ganas de seguir escribiendo, escriba como escriba la gente, esté como esté el mercado. Porque hay ciertos caprichos que una mente tan inestable como la mía quizás no debería tener. Supongo que también es bueno mantener algunos caprichitos...

Y supongo que ya son horas de dejar esta entrada. Me he perdido en algún momento. Sólo quería escribir un par de líneas para que siguiera teniendo todo sentido. Quizás es que sigo sin tener sentido. Quizás es que nada de lo que haga mientras no tenga un buen propósito seguirá sin tenerlo.



Sólo quiero que esta herida se prenda.

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