sábado, 12 de febrero de 2011

Siglo de Oro

Viajar le inquietaba. Quizás no fuera la palabra correcta, pero sí la que más se acercaba. Por una parte, le incomodaba el viajar solo, las molestias de comprar el billete, la puntualidad en la estación... Pero, en cambio, por otra parte, una vez empezaba el trayecto todo era mucho más fácil y, en cierto modo mucho más rápido. Esa soledad que lo carcomía por dentro los momentos previos al viaje en sí iba como si de un ladrón de la policía escapase: primero parecía desaparecer, pero, al final, volvía; eso sí, sin salirse con la suya.
Le gustaba leer, más como evasión que como "proceso culturizador". No creía que las novelas que compraba en las tiendas de libros de las estaciones le aportaran algo mínimamente más serio que mero entretenimiento. Consideraba hipócrita a la gente que, hiciera o no en realidad, decía haber leído la poesía del Siglo de Oro de la Lit. Española, como Quevedo o Góngora. Era más el hecho de alardear qie en sí el haberlo leído. "La gente no sabe qué hacer para sentirse superior", decía él muchas veces. Si tanto entienden, ¡que escriban ellos mismos algo! No hay mejor ejemplo de comprehensión que llevar la teoría a la práctica.
20.45, tren SQC - OU, a 11-02-2011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario